Un campesino observo que su hacienda desmejoraba. Sus deudas se acumulaban y el lugar no rendía los frutos de otros tiempos. Desesperado fue al domicilio del "brujo" del pueblo para que le ayudara a mejorar la situación.
Este, después de conocer sus problemas, le entrego un pequeño cofre de madera, cerrado y sellado, con el compromiso de que a partir del día siguiente caminara, con el cofre, recorriendo la finca, por lo menos tres kilómetros diarios durante una semana.Cumplida la tarea debería regresar para contarle si el "cofre mágico" le había mejorado la situación.
Al día siguiente, el hacendado recorrió su finca y en el primer trayecto encontró a sus empleados cómodamente durmiendo. Al verle, sorprendidos, continuaron su tarea.
Al día siguiente y durante seis más, encontró las cercas dañadas, los animales enfermos, las cosechas a punto de perderse y la finca en abandono total.
Los empleados, al ver la presencia continua de su patrón comenzaron a trabajar honestamente y se dedicaron a mejorar la hacienda.
Luego de siete días de hacer esa rutina, el hacendado regreso al domicilio del brujo y su comentario fue que estaba feliz de los resultados en su finca: mejoraron los ingresos, las cosechas aumentaron, se duplico la producción y los problemas se solucionaron.
Le pidió al brujo que le dejara por más tiempo el cofrecito. El brujo, al oír esto, le dijo que abriera el cobre y viera el contenido. El hacendado, rompió el sello de seguridad y abrió el cofre. Con cara de asombro, encontró un papelito doblado que decía:
"Para obrar el milagro, es necesario que cada día ESTEMOS CERCA de nuestro negocio, sin olvidar el compromiso que tenemos con el. Una vuelta al día es suficiente para saber lo que funciona y lo que no. Eso nos permite hacer las correcciones necesarias para lograr los resultados que uno espera"
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